Silencios culpables

El problema de nuestra sociedad es que a base de escuchar mil veces las mismas historias, las desgracias continúas, las imágenes de dolor, nos volvemos inmunes. Poco impacto supone en la televisión ver un asesinato más o un naufragio. La televisión, con su realidad en color muestra una visión aumentada del día a día que a veces resulta lejano, y deja indiferente. Inmersos en la rutina dejamos de prestar atención a lo que sucede a nuestro alrededor, cansados de escuchar la palabra crisis dejamos de pensar en ella, y así inmersos en nuestros problemas olvidamos los de los demás.

Me gustan los días soleados como el de hoy, levantar la persiana y que brille el cielo, son días para ser optimista y mirar adelante, el problema es que el mundo sigue girando aunque pretendamos olvidarlo, y mientras en nuestra parte del mundo brilla el sol otros países se sumergen en la oscuridad. Admiro a los periodistas que hacen posible Periodismo Humano porque se encargan de construir la ventana para mirar desde nuestro mundo a los rincones olvidados, cuentan historias tristes que a los grandes medios no interesan, se juegan la vida para traernos la verdad y darle voz a los olvidados.

Hace un tiempo sufrí con las crónicas de Homs que Mónica G. Prieto redactó desde un mundo lleno de dolor y sangre y esta mañana me despierto y leo Yo violada, un relato cruel, despiadado, real y sincero que nace de la voz apagada de una niña a la que le robaron su vida. Trato de entender que a algunas personas no les guste leer estas cosas, que prefieran cerrar sus ojos a saber que en El Salvador violan continuamente a niñas, matan a inocentes y juegan con las vidas robándoles su valor, pero ha pasado y seguirá pasando aunque tratemos de ocultarlo encerrándonos en nuestro mundo. El artículo habla de profesores asustados que tienen que callar por miedo, tal vez ya por costumbre, resignados a una realidad opaca contra la que nada pueden hacer. Silencios cómplices, culpables sin quererlo, del destino de sus niños. 

Cuando la justicia desaparece del mundo la peor arma para luchar contra ella es el silencio, en las voces apagadas se esconde el poder de los opresores. Aún así existen personas que no se resignan a aguantar lo que les ha tocado vivir, pequeños héroes reales del día a día que aportan su granito de arena a un mundo mejor. Es la historia de Shemeer Padinzjharedil, un vecino de un pueblo al sur de India que ha desarrollado una plataforma en la que mediante un mapa se recoge y muestra  la multitud de abusos, violaciones y asesinatos que se cometen contra las mujeres y las niñas en esa parte del país, para concienciar a la gente de la extensión y brutalidad de estos crímenes. Una pequeña acción, de una persona corriente, que consigue despertar algunas conciencias, que sería del mundo si más personas siguieran su ejemplo. El dice que lo que no se ve, no existe, y es tan cierto como desolador, pero gracias a el hoy sé esa verdad, y si tu lees esto, también podrás saberla.

«El mundo puede cambiar, pero no va a cambiar solo», por eso me apetecía aportar mi granito de arena contra el silencio que impera en estos dos lugares, El Salvador y la India, que sirven de muestra para comprender todo lo que se esconde detrás de las agendas de los grandes medios. Es bonito pensar que, ante el dolor, surge la indignación ciudadana capaz de cambiar realidades. Empezaré y terminaré el día pensando en Magaly, sin que ella sepa que lejos de su mundo, Periodismo Humano, le ha dado nombre a su vida y voz a su sufrimiento, haciendo que su historia importe en este lado del mundo.

“No me pidáis que olvide los asesinatos, no me pidáis que me quede sentado sin hacer nada, que siga esperando, que olvide. No me pidáis que me resigne solo porque soy mujer, inmigrante o pobre. No me pidáis que mire para otro lado solo porque no soy mujer, inmigrante o pobre. No me pidáis que me conforme, que me esconda, que vea justicia donde no la hay. No me pidáis que me quede callado, que no haga nada. “

Una canción para pensar: Si Peter Pan viniera – Ismael Serrano